13 junio, 2017

No es la primera vez que Cristina Megía hace guiños al cine a través de los títulos de sus exposiciones, desde A room with a view de James  Ivory, Tous le matians du monde de Alain Corneau hasta Museum hours de Jem Cohen.

Ni aquellas exposiciones  ni esta recogen pinturas inspiradas directamente en ellas, no obstante, el guiño a Museum hours tiene relevancia y en cierto modo ubica pensamientos y planteamientos no solo de esta exposición sino también del modo en que Cristina Megía entiende la pintura.

En el Palacio de la Madraza de Granada hasta el 25 de junio.


© Cristina Megía
© Cristina Megía
© Cristina Megía
© Cristina Megía
© Cristina Megía
© Cristina Megía
© Cristina Megía
Entrevista a Cristina Megía

16 julio, 2016

Múltiples formas del ser


Florence Enri



La artista y fotógrafa Florence Henri (1893 Nueva York - 1982  Laboissière-en-Thelle), utilizó el espejo para finalidades distintas que van desde la experimentación formal hasta la metáfora, desde la búsqueda de la “purificación” del objeto, de sus líneas y de sus formas, hasta la escenificación de sus propias fantasías sexuales o la indagación de las múltiples formas del ser. 

© Florence Henri
© Florence Henri
© Florence Henri
© Florence Henri
© Florence Henri

13 marzo, 2016

THE SKELETON PAINTER


Autorretrato, 1879
James Ensor (Ostense, Belgica 1860-1949), como otros muchos artistas de la época, recurría con frecuencia a fotografías como modelos para sus cuadros, sobre todo para autorretratos de última hora. 

En su cuadro “The skeleton painter” de 1896, se representa bajo la apariencia de un esqueleto que le otorga a la escena una dimensión tan irónica como trágica: está muerto, no hay duda, pero al mismo tiempo liberado de todos los miedos y obsesiones. La pintura es el único sentido de su vida, y el miedo al fracaso y a perder la creatividad artística lo acompañaban siempre.
Estudio de James Ensor, 1895.     



The skeleton painter, 1896.







08 julio, 2015

EL ESTUDIO FOTOGRÁFICO DE HASHEM EL MADANI

 
"Lo que estoy haciendo es escribir la historia, 
o rellenar lagunas de la Historia, mediante 
el uso de documentos fotográficos."
Hashem el Madani



El fotógrafo libanés Hashem el Madani (1928) estuvo tomando fotos de los habitantes de Saida por más de cinco décadas y su archivo contiene algunos retratos muy inusuales. Al parecer, era común en Saida y probablemente en el Líbano en la década de 1950, recrear escenas de películas como una pelea o un beso, siempre y cuando se tratara de un beso entre dos personas del mismo sexo, trascendiendo las rígidas normas sociales.


El autor había trabajado como ayudante de fotógrafo en Haifa, Palestina, y regresó a Sidón a finales de la década de los 40. Ya en 1953 montó el estudio Sherezade. Este impresionante archivo fue recogido por el artista libanés Akram Zaatari, quien describió el Estudio Shehrazade como un "tesoro enterrado", decidió asociarse con Madani y mostrar sus fotografías por todo el mundo.


La obra de el Madani se compone de más de medio millón de imágenes, retratos de anónimos tomados en su inmensa mayoría en el estudio y en las calles de Sidón, donde en los años 1960 y 1970 y siguiendo las turbulenta política de la época, se hizo popular posar con un arma. Según sus cálculos inmortalizó al 90% de la población de Sidón.


El estudio le confirió a Madani más libertad de acción para hacer fotos de los habitantes de su ciudad en momentos íntimos, y crear una especie de fisonomía colectiva de la ciudad de Saida.


Najm (izquierda) y Asmar (derecha). Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano, década de 1950.
Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.

Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano,
década de 1950. Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.

Abu Jalal Dimassy (centro) y dos de sus amigos representado un atraco. 
Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano,
década de 1950. Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.

Zarif, miembro de la resistencia palestina. Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano, 1968-72.
Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.



Bashasha (izquierda) y una amiga. Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano, 1958.
Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.

Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano, inicios de la década de 1960.
Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.

La esposa de Baqari. Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano, 1957.
Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.


Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano, década de 1970.
Colección: AIF/ Hashem el Madani. Copyright © Arab Image Foundation.

Estudio Shehrazade, Sidón, Líbano.

31 enero, 2015

Markéta Luskacová: El desafío de lo inaudito.



Una de las palabras checas para referirse a la fotografía es zvecnit, que literalmente significa inmortalizar. Aunque anticuado y coloquial, es de alguna manera apropiado cuando se habla de las fotografías de los nativos de Praga de Markéta Luskacová (Praga, 1944). Considerada como una de las mas respetadas y talentosas fotógrafas de los últimos veinticinco años.


En 1963 tomó sus primeras fotografías, inspirada en un encuentro casual con los peregrinos que viajan a la ciudad medieval de Levoča, en el este de Eslovaquia, esa fue toda la iluminación que necesitó para dedicar toda su vida a la fotografía. En The Pilgrims plasmó lo que quedaba de la cultura cristiana y rural de Eslovaquia. Durante ese tiempo se concentró casi exclusivamente en fotografiar peregrinaciones religiosas. Cumplió su propósito pues obtuvo fotografías incomparables. Vemos a los retratados en toda su intimidad, como dice John Beger “están en otra parte con sus vecinos; los muertos, los no nacidos, los ausentes”.


Se mudó a Inglaterra en 1975, donde quedo fascinada por el London's Brick Lane y por los mercados de Spitalfield y sus comunidades de inmigrantes. El nacimiento de su hijo hizo que el tema principal de su fotografía fueran los niños y la niñez. Sus caminatas por Londres también dieron resultado a una bella y conmovedora serie sobre músicos callejeros.


Markéta Luskacová enfrentó el desafío inaudito para el que había sido convocada. Los retratados confiaron en ella.

















16 octubre, 2014

El Parque del Tulipán




En el Cerro queda, un tanto solitario, un poco melancólico, y como dormido soñando viejos esplendores, el Parque del Tulipán, testigo de la época en que la rica burguesía y la seudoaristocracia criolla vivían vida suntuosa que habían edificado en el barrio que todavía los cronistas de hace 50 años llamaban “el aristocrático faubourg”.   
Emilio Roig Leuchsenring.

Imagen de archivo 

A través de todos los tiempos  los parques han jugado un lugar importante en la vida social de las comunidades en que se hallan enclavados y, por lo general, en todos los proyectos o diseños de arquitectura urbana estos están contemplados, teniendo en cuenta que funcionan como pulmones de las ciudades a la vez que sirven de lugares de recreo y esparcimiento.

Muestra de esto es que a principios de del s.XX el Cerro, La Habana, dedicaba 11.546 metros de su espacio a parques y parkways y precisamente unos de esos parques constituye el tema que me trae: El Parque del Tulipán.

El Parque del Tulipán está encuadrado entre las calles Vista Hermosa, Santa Teresa, Tulipán y Concepción con una extensión de 1998.30m3. Fue construido en lo que fuera originalmente la Plaza del Tulipán, a solicitud de varios vecinos  del Cerro en septiembre de 1866. Pidiendo la colocación de banquetas y el establecimiento del alumbrado. El mismo mes aprueban la solicitud en terrenos pertenecientes a la escritora cubana René Méndez Capote.

El parque era un lugar muy agradable en cuyo centro se encontraba una glorieta, la cual poseía una copa de la que partían varios caminos que conducían a las aceras y a su vez delimitaban las áreas verdes, constituidas por pequeños jardines con flores (rosales, georgina, menocales), y grandes árboles tropicales muy coposos como ceibas, palmas, álamos y algarrobos.

En los alrededores del parque vivían familias acomodadas, aunque gran parte de la aristocracia cerrense habían comenzado a emigrar hacia las nuevas barriadas de el Carmelo y el Vedado, mientras el Cerro ya estaba siendo habitado por una población más humilde, compuesta fundamentalmente por obreros.

La manzana de la calle Tulipán posee una extensión que pertenecieron al Convento Santa Teresa. Cuando se parceló la Estancia “La Grande”, la congregación religiosa cedió el terreno para usos comunales. Fue uno de los parques más hermosos de la ciudad desde finales del s.XIX hasta el primer cuarto del s.XX, le animaban coloridas retretas.

Hoy, lamentablemente, no queda mucho de aquél parque original, factores objetivos como la ignorancia y el maltrato, la falta de recursos que ha frenado el mantenimiento unido a la indiferencia y el desinterés de autoridades, instituciones y empresas, que en diverso grado son responsables de lo que día a día y ante los ojos de todos sufre el patrimonio local en mutilaciones, añadidos, daños y demoliciones sin medida.












04 octubre, 2014

Caligramas

Caligrama.
(Del fr. calligramme).
1. m. Escrito, por lo general poético, en que la disposición tipográfica procura representar el contenido del poema.
  

En mi resiente visita a La Habana compartí una mañana con el artista plástico Yornel J. Martínez. Conocí su último trabajo Caligramas, un homenaje a la poesía escrita en un momento donde el libro esta en crisis o mejor dicho el monopolio del libro. Hace mucho tiempo los poetas simbolistas buscaron una especie de sinestesia tipográfica, paginas y letras de diferentes colores y comunicaciones insólitas.

Mallarme hablo de la relación entre escritura y música, haciendo confluir la palabra como sonido y como signo. A Yornel en Caligramas le interesa que la tipografía gane un cierto aspecto autónomo y se levante por encima del discurso para jugar en el espacio del signo-símbolo, tomando como referente los ideogramas chinos y en general casi toda la escritura oriental, que es una polifonía de sentido acompañada de belleza visual, esto por un lado y los experimentos de los concretistas que es una escritura mas mínimal que casi raspa el silencio  como si estuviera allí la presencia de W y su metrónomo lingüístico.

Explora recursos tipográficos que alteran el discurso y mas que temporal el texto se convierte en espacial, tiene la intención con esa investigación visual de regresar por medio de la tipografía a la plenitud de la palabra a esa relación misteriosa del signo y el símbolo, hacer callar al signo y abrir nuevos espacios de significaciones a partir de los recursos tipográficos, intentando  fundir las fronteras de la poesía y la plástica apelando al recurso de la escritura visual.

Estos experimentos visuales poéticos intentan indagar en el espacio de la escritura como imagen rompiendo el infranqueable muro que hemos tendido entre el signo y el símbolo sacando la tipografía de un bloque estático y dándole a la palabra-imagen una nueva posibilidad expresiva.